• NACIONALISTAS CONTRA ANARQUISTAS EN LA CERDAÑA (1936-1937)

    GASCÓN, ANTONIO GUILLAMÓN, AGUSTÍN DESCONTROL Ref. 9788417190293 Veure altres productes del mateix autor
    Antonio Martín Escudero, el Cojo de Málaga, no fue un asesino en serie ni un ladrón, como explica la Historia Sagrada de la burguesía; sino un destacado militante anarquista, que merecería ser conocido como “el durruti de la Cerdaña”.Propósito ineludible del libro radica en presentar el contexto his...
    Peso: 250 gr
    Disponible en breu
    18,00 €
  • Descripció

    • Data d'edició : 14/04/2018
    • Any d'edició : 0
    • Autors : GASCÓN, ANTONIO GUILLAMÓN, AGUSTÍN
    • Nº de pàgines : 0
    Antonio Martín Escudero, el Cojo de Málaga, no fue un asesino en serie ni un ladrón, como explica la Historia Sagrada de la burguesía; sino un destacado militante anarquista, que merecería ser conocido como “el durruti de la Cerdaña”.
    Propósito ineludible del libro radica en presentar el contexto histórico, social y político en el que se encuadran los hechos de Bellver del 27 de abril de 1937, sin el cual es imposible que el lector comprenda lo realmente acaecido en la Cerdaña durante la Guerra civil.
    Los enemigos de Antonio Martín, con sus grandilocuentes y terribles falsificaciones, lo habían elevado a la categoría de arquetipo, paradigma y súmmum del mal, convirtiendo al Cojo en una especie de “bestia negra” a la que todo el mundo invocaba como chivo expiatorio, el hombre del saco con el que se asustaba a los críos; aunque en numerosas ocasiones resultaba evidente que le habían estado utilizando como excusa, tras la que se pretendía ocultar, en algunos casos, vergonzantes y vengativas conductas personales.
    Esos difamadores, inventores de vampiros y forjadores de asesinos anarquistas sedientos de sangre, encarnados en la figura de Antonio Martín y los más destacados militantes libertarios ceretanos, eran los mismos individuos que en lugar de marchar al frente, como ya lo había hecho la gente comprometida con la causa republicana, se habían apoltronado en la retaguardia, instalados cómodamente en la ociosidad, protegidos bajo el argumento de tener que “combatir” al enemigo interior ácrata, aduciendo en su descargo una serie de motivaciones que con el tiempo se mostraron falsas.